Un año y medio después de la caída de Muamar Gadafi, las armas siguen propagándose de Libia a otros países del norte de África y el Medio Oriente, engrosan el arsenal de terroristas en la región y alimentan conflictos en Malí y Siria, según un informe confeccionado por expertos del Consejo de Seguridad de la ONU.
“La proliferación de armas procedentes de Libia continúa a un ritmo alarmante”, constata este documento de 94 folios que se hizo público el martes.
Los autores del informe, encargados de monitorear el cumplimiento del embargo impuesto a Libia, destacan que la nación norafricana se convirtió en la principal fuente de material bélico para la región.
“Suministros ilegales desde Libia, que violan el embargo, abarcan a más de 12 países e incluyen armas pesadas y ligeras, en particular, sistemas portátiles de defensa antiaérea, pequeñas armas de infantería y municiones correspondientes, explosivos y minas.
El traspaso de armas a Siria se efectúa desde varias ciudades en Libia, en particular, Misrata y Bengasi, a través de Turquía y el norte de Líbano, según el informe. El volumen de algunos lotes y la logística hacen suponer que representantes de las autoridades libias “como mínimo podrían haber estado al tanto de las transferencias, cuando no directamente implicados”.
El tráfico de material bélico de Libia a la Franja de Gaza, vía Egipto, permitió a las milicias del enclave palestino adquirir armas más modernas, entre ellas, fusiles de asalto y sistemas anticarro, de acuerdo con el informe.
Armas provenientes de Libia también llegaron a Malí a través de Túnez, Argelia y Níger, aunque algunas se quedaron a disposición de las milicias locales en las naciones de tránsito.
Buena parte del armamento en Libia sigue en manos de civiles y grupos armados 18 meses después de la derrota del régimen gadafista. La falta de un eficaz sistema de seguridad dificulta su custodia, así como el control de las fronteras.