LuxLeaks: El último escándalo en la Unión Europea

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Luis Alberto Rivas - Sputnik Mundo
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Según el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación, Luxemburgo ha estado ofreciendo mecanismos de «optimización fiscal» a multinacionales internacionales.

El nuevo Presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, asumió el cargo el primero de noviembre. Cuando no se había cumplido ni una semana desde su toma de posesión una bomba informativa le ha dejado en una posición tan delicada que empiezan a multiplicarse las voces que exigen su dimisión. Cuarenta medios informativos, agrupados en el llamado Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ, según sus siglas en inglés) publicó un informe en el que se revela cómo Luxemburgo ha estado ofreciendo, desde hace años, mecanismos de «optimización fiscal» a las principales multinacionales internacionales que habría privado de miles de millones de dólares (tres billones de dólares, según los cálculos) de impuestos a los estados europeos donde esas empresas obtienen sus beneficios.

Luxemburgo es la cuna del tax ruling, el sistema por el cual una empresa instalada en un país puede librarse de pagar impuestos abriendo una simple dirección postal en el Gran Ducado. El sistema empleado por empresas como Price Waterhouse Cooper (PwC) para ayudar a las grandes corporaciones a instalarse en Luxemburgo y evitar pagar tasas ya había saltado a la luz hace tres años, gracias a un periodista francés que había denunciado en dos reportajes televisivos las prácticas del rico país centroeuropeo. El trabajo conjunto de 40 medios de información, entre ellos elconfidencial.com, en lengua española, y Folha de Sao Paulo, en portugués, ha tenido una resonancia espectacular debido, principalmente, a que el nuevo patrón de los 28 países de la UE ha ocupado los puestos de Ministro de Finanzas y Primer Ministro de su país en los años más florecientes del tax ruling.

Juncker, un liberal supuestamente “moderado” obtuvo los votos de la derecha europea, aliada con los parlamentarios socialdemócratas en el Parlamento comunitario de Estrasburgo. La izquierda y los partidos eurófobos y populistas intentaron impedir su nombramiento sin éxito. Los dos extremos le consideraban el ejemplo andante de la política económica que ha llevado a muchos países europeos a la semiruina, y a millones de ciudadanos del Viejo Continente al paro y a la pobreza.

El hecho de que más de 300 multinacionales instaladas en diversos países europeos aprovechen la legislación luxemburguesa que Juncker encarnaba, para evitar las tasas de sus vecinos es el colmo de la hipocresía y el disfuncionamiento de una unión desunida en cuando a armonización fiscal. Un ejemplo de tomadura de pelo a cientos de millones de ciudadanos que soportan la crisis y sostienen a los estados privados de sus impuestos con tasas personales cada día más elevadas. Un nuevo favor a todos los europopulistas deseosos de hacer explosionar el sueño comunitario.

“Una isla Caimán sin sol”

Que Luxemburgo ha sido y es un paraíso fiscal para particulares se sabía y se sabe. Algunos hablaban de “Isla Caimán sin sol”. El Gran ducado ha prometido que pondrá fin a esa práctica en 2017. Que era la sede del desfalco fiscal de las grandes corporaciones internacionales también era conocido por los políticos y gobiernos que han apoyado la candidatura de Juncker como regidor máximo de la UE. Pero ha hecho falta que esas prácticas hayan visto la luz cinco días después del nombramiento de Juncker para que los hipócritas que antes callaban aprovechen la coyuntura y aparezcan como agentes anticorrupción.

La presión de la calle en muchos países europeos, con ciudadanos hartos de ciertos políticos corruptos sostenidos por algunas empresas cuyo único fin es satisfacer a sus accionistas violando las leyes, facilita que las prácticas reveladas por el LuxLeaks sean ya difícilmente aceptables. Los gobiernos y los dirigentes políticos que conocían el sistema de camuflaje de impuestos ya no pueden disimular, temerosos de que el fango les arrastre también a ellos. El supuesto ataque de ejemplaridad no es más que el pánico a las nuevas corrientes de transparencia y anticorrupción que denunciadas por ONG’s y ciertos medios periodísticos, antes provocaban la sonrisa y el desprecio y ahora amenazan a las mayorías políticas tradicionales.

Por supuesto, Jean-Claude Juncker y las auditoras extranjeras instaladas en su país para ejercer la “optimización Fiscal” alegan que esas prácticas son legales y que Luxemburgo no es el único país que se beneficia de tales fórmulas. Irlanda, Bélgica, Holanda o Gran Bretaña acogen sistemas similares, con mecanismos de ocultación fiscal refinados para empresas multinacionales. Como detalle, habría que recalcar que Luxemburgo, con solo medio millón de habitantes, no hace partícipe a sus ciudadanos su negocio con las grandes corporaciones. De la misma manera que los ciudadanos belgas están sometidos a una presión fiscal brutal, mientras que las grandes empresas disfrutan de beneficios fiscales extraordinarios. Cierto es también que Irlanda, cuya tasa de impuesto a las empresas es la más baja de la UE –12%– (la media comunitaria es de 30%), no solo exonera a las compañías que se instalan en su territorio de pagar lo que ganan en países vecinos, sino que acepta que esos beneficios sean enviados a paraísos fiscales.

¿Hay que sorprenderse del creciente desafecto hacia la Unión Europea? ¿Se creen los ciudadanos de esos países las promesas de armonización fiscal anunciadas desde hace años? Obviamente, no. Y es triste constatar para un europeo que si el paraíso bancario por excelencia, Suiza, está dejando de serlo es por la presión de Estados Unidos. Más triste todavía es comprobar que ante el desconcierto europeo y la lucha de egoísmos, si la tax ruling y los nuevos mecanismos que los cerebros de las auditorías están pergeñando para el futuro son algún día frenados, será también por la presión de Washington. Pero no por un empeño ético, sino porque sus empresas prefieren también huir de sus deberes colectivos en su país para instalarse en una débil Europa, cuyos dirigentes se han mostrado indiferentes frente al timo del que son víctimas sus ciudadanos.

*Luis Rivas, periodista. Ex corresponsal de TVE en Moscú y Budapest. Dirigió los servicios informativos del canal de TV europeo EuroNews. Vive en Francia desde hace más de 20 años.

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